En España hay más de 1.500.000 personas dependientes, más de la mitad están cuidados por un “cuidador familiar” o no profesional, que se encargan de ayudar a sus necesidades básicas de la vida diaria a personas enfermas, discapacitadas o mayores que no pueden realizarlas por ellas mismas.
En la inmensa mayoría se trata de un familiar cercano (Mayormente mujeres) que se aseguran de darle una calidad de vida desde limpiar el hogar a las especificas de bañar o levantar de la cama al dependiente.
Esta tarea no remunerada es difícil de concretar en el tiempo ya que algunas veces son solo unos meses y en otras largos años, por ello el cuidador puede sufrir sin darse cuenta varias dolencias procedentes del cuidado.
En ocasiones es difícil y complicado sobrellevar esa carga emocionalmente, el cuidador se llena de estrés, pudiendo derivar a depresiones y frustraciones.
¿Cómo evito el síndrome del cuidador quemado?
A pesar de que cuidar a un ser querido pueda ser una experiencia positiva y emotiva, los cuidadores pueden experimentar estrés, ansiedad, depresión y frustraciones que nos llevarían a este síndrome.
Estas alteraciones pueden interferir a nivel físico, emocional y social desequilibrando muchos aspectos de la vida diaria.
El síndrome del cuidador quemado es negativo para la persona que lo sufre llevando a extremos como un profundo desgaste emocional y físico que puede tener como consecuencia una irritabilidad, una actitud despectiva hacia el dependiente y una tendencia a evitarlos.
Para no llegar a este punto hay que identificar los síntomas para solucionarlos o sobrellevarlos con conocimiento de causa.
Síntomas físicos:
- Cansancio continuo (agotamiento, fatiga).
- Aumento o disminución del apetito.
- Trastornos del sueño (insomnio, somnolencia durante el día).
- Dolores musculares, palpitaciones, molestias digestivas, cefaleas.
- Consumo excesivo de bebidas con cafeína, alcohol o tabaco.
- Abuso de pastillas para dormir u otros medicamentos.
- Abandono de su aspecto físico.
Síntomas Emocionales:
- Tristeza, sentimientos de culpa.
- Irritabilidad, cambios frecuentes de humor o de estado de ánimo.
- Dificultad para concentrarse.
- Problemas de memoria.
Síntomas Sociales:
- Desinterés por actividades que antes disfrutaba.
- Aislamiento familiar y social. Van abandonando las amistades.
- Tratar a otras personas de la familia de forma menos considerada que habitualmente.
Una vez identificados los síntomas se puede recurrir a pedir ayuda para poder prevenir esta sobrecarga.
Hay varias opciones, contar con un psicólogo no está demás. Sin embargo, las asociaciones de dependientes suelen tener grupos de charla o apoyo en los que podrás descargar frustraciones y sentirte acompañado.
Sobre todo, hay que cuidarse y no dejarse de lado, cuidas a un dependiente, pero no te olvides de ti.
¿Qué debo hacer para cuidarme?
Pide ayuda
No descuides la alimentación
Intenta hacer ejercicio
Vigila tu descanso
Dedícate un tiempo para ti mismo
Relaciónate con personas ajenas al cuidado
Recuerda que si tu salud es buena podrás cuidar mejor de tu familiar
Respiro para el cuidador
Plantearse un respiro o mini vacaciones no es una locura, cuidar a una persona dependiente es un trabajo familiar y una carga emocional muy grande.
Está comprobado que las estancias temporales lejos del dependiente dan resultados positivos en el cuidador a nivel emocional.
En las residencias hay planes de estancias temporales que sirven de soporte a los cuidadores para aliviar el estrés que sufren en el día a día, facilitando momentos de descanso y tiempo de ocio.
Las administraciones publicas cuentan con plazas públicas y concertadas para estancias temporales a las que se puede acudir.
Si no se quiere dejar al familiar dependiente todo el día, existen residencias de día en los que se puede dejar la mañana o la tarde mientras está perfectamente cuidado por profesionales.
Autor: Raquel Ruesca Saiz – Medinox-Expomaquinaria IRC. – 2017
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